
Preparación del Pastel de Cumpleaños (Parte II)
Zapatero a tus zapatos
Después de haber superado con éxito el chocoflan, pensé que ya estaba preparada para la “Operación Pastel”. Busqué tutoriales sobre cómo hacer el pastel de cumpleaños que quería, tenía todos los ingredientes necesarios… en fin ya tenía todo listo. O eso creía yo, ingenua de mí.
Y me puse manos a la obra. La preparación de los bizcochos fue sencilla. Me sentí alegre cuando me fijé en el horno y empecé a ver cómo los bizcochos se iban esponjando, los bordes se pusieron doraditos, hice “la prueba del palillo” (para comprobar que ya estuvieran cocidos los bizcochos) y los saqué del horno. Finalmente se enfriaron y procedí a desmoldar. Otro sentimiento de alivio al ver que los bizcochos no se quedaron pegados en el molde ¡Hurra, hurra, hurra!
Después preparé el ganache. Comprobé que tuviera la consistencia deseada, esperé a que enfriara, posteriormente cubrí los bizcochos y finalmente los guardé en el refrigerador.
He dicho que esto fue sencillo pero honestamente me tomó mucho tiempo. Yo soy de las personas que se toman su tiempo para hacer las cosas con calma, muuuuucha calma ¡soy muy lenta! En Netflix estuve viendo un programa llamado “Sugar Rush” en donde a los participantes les dan un tiempo límite de 3 horas para preparar unos postres y me pongo a pensar en que a mí me hubieran echado pa’fuera por no haber alcanzado a hacer ni siquiera uno.
Así que me fui a dormir tarde, cansada pero contenta porque según yo ya había avanzado la parte que llevaba más trabajo y que ya había quedado todo listo, «sólo faltaría decorar».
Llegó la mañana siguiente y empecé a cubrir el pastel con el fondant y me dí cuenta de que hay que tener mucho cuidado porque cualquier manchita se notaría demasiado en el blanco impoluto de la cobertura de fondant. Me empecé a poner nerviosa porque las cosas me estaban llevando más tiempo del debido. Con las manos alisaba una y otra vez tratando de hacerlo lo mejor posible. Originalmente el plan era hacer una figura de Pocoyó que tanto le gusta a mi niño y lo intentamos, pero no hubo manera de que nos quedara bien.
En mi post anterior yo mencionaba lo del Expectativa vs Realidad… y mi realidad fue esa: estuvimos 2 horas intentando hacerlo y no nos salió bien. Aunque no quedó tan feo, en mi opinión, más que Pocoyó parecía algo así como un guerrero Samurai gordito; por decencia no le tomé una foto, no quise dejar constancia.
Así que pasé al Plan B: me fui volando a la tienda y compré una pegatina de arroz para ponerle al pastel y que se viera bonito, o al menos decente. Y eso fue lo que le puse al pastel, además de la vela con el número 1.
Y como dice el refrán: Zapatero a tus zapatos. Lo mío no es la repostería, pero el querer hacer algo especial por mi hijo merece la pena el esfuerzo. Me quedo con la espina clavada porque no salieron las cosas como yo esperaba, pero en otra ocasión será, ese Pocoyó de fondant me saldrá. HE DICHO.

